Hoy es Luna Llena

Adios compañero

El 8 de septiembre nos dejó.

Por sorpresa.

Sin hacer ruido.

Tal como llegó hace 8 años.

No estaba preparado para afrontar el cuidado de nadie

Y al final fué él quien me cuido a mi.

La mañana había empezado como cualquier otra.

Nos habíamos mirado a los ojos por un rato antes de levantarnos.

Cada uno desde su cama.

Fue poner un pie en el suelo y ya comenzó el baile de cada día, reclamando su desayuno.

Yo, como siempre, reclamando que me dejara en paz.

Que necesitaba mi tiempo para desperezarme.

Ya podía yo hablar en chino que él no paraba hasta que íbamos a la cocina y le ponía su desayuno.

Lo inspeccionaba.

Al certificar que la comida ya estaba en el plato, venía a conquistarme.

Quería ver si caía alguna golosina o podía saborear parte del yogur que me estaba comiendo.

Luego las pastillas que desde hacía 2 años le suministrábamos.

Luchábamos para que su corazón no se parara y no nos abandonara.

Pero ese día su corazón dijo basta.

Nos disponíamos a hacer la siesta, yo en la sala y él en el cuarto.

Al despertar, fui a buscarlo, pero él no se despertó de su sueño.

Pluto, mi compañero, nuestro compañero, nos había abandonado,.

Nos deja un vacío que nunca se podrá llenar.

Al volver de Chile, hace ya 8 años, arrastraba los pies por esta isla que había abandonado 3 años antes.

Deprimido y sin saber cómo encajar.

Había crecido exponencialmente como persona.

Me tenía que meter en la misma camisa de antes.

Todas las costuras reventaban.

En esos días, estaba terminando un trabajo para la Autoridad Portuaria.

Mi colaborador era Toni Coll, el mejor renderista de esta isla, así como una persona excepcional y amigo.

María José, su mujer, estaba y está realizando una labor increíble.

Ayuda a colocar perros abandonados para darles una segunda oportunidad.

En su casa, esos días, residían 5 perros, todos ellos de gran tamaño, menos uno.

Pequeño, cascarrabias, se defendía de los grandes con bravura.

Cuando había dejado las cosas claras, se escondía debajo del sofá.

Esos días yo el sexto en acogida.

Pluto y yo nos hicimos amigos.

Toni me sugirió que lo adoptara.

Yo le contesté que si no sabía cómo cuidar de mí, ¿cómo iba a cuidar de otro?.

Además, yo viajo mucho, como bien sabéis.

Toni me lo puso fácil: me dijo que no me preocupara, que cuando me fuera, lo dejara en su casa.

Ese día volvía a casa con un nuevo compañero.

Esos años difíciles iluminaron mis días.

Cuando Uli apareció en nuestras vidas, se lo dije muy claro:

«Si no te enamoras de Pluto, conmigo lo tienes difícil.»

Pluto pasó a ser el compañero de Uli.

Fue amor a primera vista, tanto que muchas veces estaba celoso.

Pluto no ha sido un perro faldero.

Con un carácter muy fuerte y muy propio.

Ha sido él quien en todo momento ha decidido qué hacer.

Con su mirada de color caramelo, te lo decía todo.

Teatrero y sexy, conquistaba a todos.

Solo había una cosa que le perdía: la comida.

Los primeros 6 años juntos fueron años de excursiones, paseos y noches de series en el sofá.

Éramos una pequeña familia.

Los dos últimos años, el corazón le ha ido fallando.

Él no ha dejado de ser Pluto en todo momento.

Dicen que los perros se parecen a los dueños.

Pero en este caso, fue él quien nos dejó una marca y nos educó como quiso.

Los argumentos supremacistas que sitúan al hombre por encima de las otras especies me repugnan.

Hay personas humanas que no serán capaces de llegarle a la punta de su pezuña en su vida.

Siempre contigo compañero .

Eres parte de nuestra vida, de nuestra pequeña y especial familia por el resto de nuestros días.