La obra de Lin Utzon
Estoy seguro de que esto va a ser el principio de una buena amistad.
Esto es lo que pensé cuando conocí a Lin en su casa de Santanyi.
No sé por qué, pero sabía que iba a suceder.
Para pensar en la obra de una persona durante un proceso creativo, debes tener muy presente alguna de sus obras que te haya sorprendido.
«¡ostras, qué interesante es esto!»
Eso es lo que me pasó cuando vi las esculturas blancas deformadas con churretones de pintura negra de Lin .
Su proporción, su movimiento, algo que me resultaba familiar e impactaron en mí.
Cuando mi mente buscaba cómo homenajear la tradición de los Bocois, los grandes toneles de vino que se embarcaban hacia Francia desde Porto Colom, apareció en mi memoria la imagen de las esculturas de Lin.
Uno debe ser atrevido.
Plantear poner una escultura de ciertas dimensiones en un restaurante no es tarea fácil.
Tú lo tienes y debes tenerlo claro.
Pero el resto, las personas que deben financiarlo y aceptarlo, muchas veces ni siquiera lo consideran.
Este no fue el caso.
Miquel había adquirido una obra de Ricard Chiang para el restaurante Assaona, y eso me animó a presentarle la idea.
La casualidad estuvo de mi lado.
Lin era su vecina.
Conté los días para reunirme con Lin en la casa de su padre en Santanyi. Can Feliz.
Una obra que puedo dibujar con los ojos cerrados.
Todo iba a ser de alto voltaje emocional para mí.
Pero, ¿Qué sabía yo de Lin más allá de que era la hija de Jorn Utzon, que su cerámica cubría los bancos de Can Lis y las paredes del aeropuerto de Copenhague ?.
Pues nada más.
Solo apreciaba en las fotos a una mujer con rasgos nórdicos muy bella.
Entonces me puse a estudiar.
«Lin es una nómada permanente», según describe su amigo Ebbe Mork en el libro sobre su trabajo.
«Ella es de dónde tiene un hogar: Mallorca, Hellebaek, Pará o Sydney. O podría ser donde se encuentran sus principales obras: Bagvaerd, Gotemburgo, San José en California, Nueva York, Madrid o Porto Petro.” Y ahora en Porto Colom.
Lin es una persona en movimiento, para vencer la monotonía y los patrones que engendra. Tiene un fuerte instinto de dónde acampar. Generalmente cerca del mar».
Me recuerda mucho a mí.
Mi estudio me llevó a transitar por su vajilla de porcelana, por sus murales de grandes dimensiones integrados orgánicamente en la arquitectura que los acoge.
Su experimentación con el «trencadís». El juego de componer trozos de baldosa que le permitió revestir formas cilíndricas y de revolución en diversos proyectos.
Su viaje a la China y su primer contacto con el barro cocido que le permitió experimentar con la posibilidad de deformar en el proceso de construcción de la pieza.
Y así inició un recorrido que se inicia con «las señoras», piezas de barro con asas y se adentrarse en la tradición del Siurel.
Y ahora experimenta en obras como Dafne.
Así decidimos llamar a la obra que hoy da la bienvenida al restaurante de Portocolom.
El nombre surgió cuando le conté a Lin que había asistido a una conferencia que me había impactado mucho sobre la belleza del arquitecto e historiador de arte Miquel del Pozo.
En una de las imágenes que Miquel comenta es el rapto de Apolo y Dafne.
Un mito griego que analiza la historia de un intento de violación.
Bernini creó una de sus mejores esculturas.
Os narro la historia.
Nunca os riáis de un angelito canijo, amanerado y con un arco con flechas.
Esto es lo que hizo Apolo con Cupido.
Este se vengó del apuesto Apolo lanzándole una flecha con punta de oro que le provocaría un deseo incontenible por la hermosa Dafne.
Y a ella le lanzó una flecha con punta de platino que le provocaría un rechazo total por Apolo.
Cuando Apolo, harto de los desmanes de Dafne, no puede resistir su deseo, pretende raptarla para violarla.
Dafne acude a su padre, el dios Ladón, para que le ayude.
Este, consciente de la hermosura de Dafne y la reacción que provocaba en los hombres, decide convertirla en un bello árbol arbusto para que nadie la pueda ultrajar.
La escultura de Bernini majestuosamente reproduce el intento de rapto de Apolo a Dafne.
Cuando volví a casa, visualicé la imagen de la entrada del Bocoi.
Vi cómo la belleza de Dafne residia en la escultura de Lin y en la lámpara de Varuzh.
La casualidad intencionada vuelve a brindarnos un momento bello.
Al emotivo encuentro con Lin, que estuvo muy cariñosa y amable , se sucedieron varios mas hasta el traslado de Dafne al restaurante que recordaré toda mi vida con gran emoción.
Si vais al Bocoi, además de disfrutar de comer fantásticamente, espero que disfrutéis de la belleza intangible que hemos querido brindaros todos los que lo hemos hecho posible.
«Que vaya de gusto».
Gracias Lin, gracias Miquel.