El final del verano llegó, pero el calor se ha quedado con nosotros.
Ya estoy cansado de limpiar terrazas tras las lluvias de tierra.
Pero, ¿qué vamos a hacer?
Lo mejor es no enojarse ante lo que uno no puede cambiar y disfrutar de los recuerdos de este verano.
Además de los dos viajes que marcaron mi época estival,
y de los cuales ya informé en la pasada Luna,
el día a día del verano transcurrió entre el trabajo diario y diversos acontecimientos.
El inicio lo marcó la primera travesía en aguas abiertas de este año: 8000 metros.
Desde hace unos años, disfruto entrenando con un fantástico grupo de personas motivadas en la bahía del Puerto de Soller.
Esto no sería posible si José Muñoz no nos motivara.
Es una excelente persona y profesional de la natación que nos convoca para entrenar en la bahía, ya sea 2000 o tres mil metros, durante todo el año.
Recompensamos el esfuerzo con una increible cerveza después del entrenamiento.
Es una gran manera de disfrutar del mar y nos permite participar en las travesías que se organizan en verano sin sentirnos ridículos.
Este año, aunque no pude disfrutar tanto de su compañía , compartí con ellos las travesías que se inauguraron con «Sa volta a s’illeta».
Fantásticamente organizada por un compañero nuestro , Marc o Texas como le llamo.
Tras marcar la pauta con los 8000 metros, el resto de la temporada fue un disfrute.
En la Rapita, nadamos 3000 metros y disfrutamos mucho de la carrera.
En Son Serra de Marina, fue una travesía de 5000 metros preciosa.
Tiene una llegada épica en el puerto fantástica después de nadar por unas aguas increíbles.
Participamos en la tradicional milla de Arenal entre cientos de nadadores que se congregaron en la meta de salida, y luego disfrutamos de un fantástico almuerzo.
Finalizamos este año en Portocolom, en una travesía muy familiar.
Después de recorrer 2300 metros, todos comimos en el restaurante Bocoi.
Estoy increíblemente agradecido a Oscar, Olivia, Mar, Marc, Fabià, Gaspar, Vicens, Carlos, Sebastian y un largo etcétera de compañeros con los que he disfrutado .
Me han motivado a recorrer las aguas de la isla como nunca lo había hecho.
El verano también comenzó con un toque intelectual que me tomó por sorpresa.
Fui a pasar unos días en Menorca para estar con Beth Galí y saludar a amigos.
Aproveché que Beth tenía una conferencia en la prestigiosa Galería Hauser & Wirth, en L’illa del Rei.
El día transcurrió placenteramente hasta que una llamada alteró los planes.
El arquitecto Carles Ferrater no pudo asistir a la conferencia debido a una enfermedad.
Una vez que Beth colgó el teléfono me dijo:
«Venga, Vicenç, a calentar la banda, tienes que salir a jugar».
En pocas palabras, me animaba a reemplazarlo.
Los colegas del Colegio de Arquitectos de Menorca dieron su consentimiento.
El evento consistía en enviar 4 fotos sobre 4 temas y defenderlos durante 5 minutos cada uno.
Los oradores eran Beth Galí, Jordi Garcés (quien fue mi catedrático de proyectos en la universidad y ahora es un buen amigo) y una invitada muy especial, Eva Franch, que aterrizaba desde Nueva York para un certamen de Arquitectura en Barcelona.
La noche fue larga. «La arquitectura hoy, definición y retos».
Desde cuatro perspectivas: El papel de la arquitectura, la vivienda social, la juventud, el cambio climático…
Me propuse enfocarlo desde la perspectiva de un arquitecto local y desde un enfoque polémico.
La imagen de Toni y Jaume durante nuestra visita a la intervención de MDRV en la Plaza Progreso me ayudó a abordar la falta de vivienda para jóvenes.
Hice hincapié en que lo que se está haciendo es para los hijos de papá con dinero.
La portada de la serie smiley me permitió hablar sobre el importante cambio social.
Pude introducir una experiencia personal sobre mi posición LGTBI en el colectivo de arquitectos cuando me colegié hace 25 años, la cual difiere mucho de la visión actual de la sociedad.
En la visión mas superficial de la sociedad y en leyes un paso de gigante, el la base de la sociedad los cambios son mas lentos.
El cartel que mi amigo Toni Sorell colgó para inaugurar su estudio de diseño gráfico me permitió ilustrar la falta de vigencia de normativas y planes generales que rigen nuestra isla.
Estos fueron redactados en la época de Franco y nos dificultan poder adaptar las normativas a nuestra realidad.
Y el cambio climático lo analicé a partir de la fuerte impresión que me causó leer las páginas del diario de Stefan Sweizerg.
Narra cómo la atmósfera de Viena se iba transformando a medida que acercaba el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Me recordó a la época en la que vivimos, en la que vemos cómo todo cambia sin ser conscientes de lo que se avecina.
La presentación y el debate resultaron muy interesantes, y sentí que, aunque mi currículum difería del del arquitecto a quien reemplacé, mi exposición refrescó y enriqueció el debate con mi perspectiva local y polémica.
Si te interesa leerlo, puedo enviarlo en formato PDF.
Como siempre, la comida con los colegas en el restaurante de la Galería fue un placer que marcó el inicio del cambio de estación.
Y el verano acabo como debe de ser, con las fiestas de Santa Margalida a la Patrona, donde no faltamos vestidos como toca.