Hoy es Luna Llena

Federico Correa y Alfonso Mila, arquitectos

Disfruté de admirar la verdadera belleza en mi último viaje a Barcelona visitando la exposición que se celebra en le colegio de Arquitectos sobre la obra de dos verdaderos arquitectos que produjeron una obra con la finalidad de ser bella.

Mucha de ella perdura en el tiempo y hoy la podemos estudiar, visitar y disfrutar.

Os he de confesar que de una manera muy directa han marcado mi forma de proyectar.

Les unía su elegancia, el círculo social, una actitud crítica y su carácter revolucionario.

Federico Correa y Alfonso Milá nacieron en el mismo año y compartieron clase en el colegio de los Jesuitas de Barcelona para luego, juntos, entrar en la facultad de arquitectura.

Viajar fue su gran escuela y principalmente Italia.

Italia les abrió la visión a la arquitectura en mayusculas: conectaron con toda una corriente de arquitectos italianos con la que empatizaron inmediatamente.

Les cambió su visión y análisis de los espacios y materiales.

Federico Correa (1924-2020) Era un dandi con muy buen gusto, y eso lo trasladó a todos los aspectos de su vida. Le gustaba diseñar en el despacho. Era un gran dibujante: se sentaba por la mañana en su mesa y dibujaba perspectivas una tras otra sin descanso. Era muy crítico con ciertas cosas, especialmente con él mismo. Se autoexigía mucho. No hacía las cosas para que lo reconocieran. Lo hacía porque creía en ellas.

Alfonso Milá (1924- 2009) la visita de obra y el trabajo de campo.

Y mientras el primero se caracterizaba por su rigurosidad y organización, el segundo le daba a su compañero un complemento estético que acababa por hacerles geniales.

Disfrutaban de su oficio y, como a los dos les gustaba vivir y comer bien, proyectaron espacios tan confortables y hedonistas como los restaurantes Reno o Il Giardinetto (ambos premios FAD) y el Flash Flash que marcaron un hito de modernidad en la zona alta de Barcelona .

Pocas figuras quedan a su altura. Singular y muy raro era que dos arquitectos de su talla, acostumbrados a firmar grandes proyectos, se fijaran en el interiorismo como lo hicieron Federico Correa y Alfonso Milá.

Pero su sentido y lógica tenía: ambos reivindicaban la figura del arquitecto que controla y supervisa todos los detalles. El profesional que no solo firma estructuras y edificios de tamaño XXL, sino que a la vez se centra en lo mínimo.

Y de ahí que este tándem tocara todos los palos.

Porque los dos arquitectos tomaban decisiones que iban más allá de la luz y el sonido.

Para ellos detalles como las alturas eran determinantes dentro de un espacio.

La historia de este tándem sigue dando mucho que hablar, hasta el punto de que este marzo se ha inaugurado en el Colegio de Arquitectos de Cataluña Correa &Milá en perspectiva.

La exposición, abierta al público hasta el 4 de junio, recorre a lo largo de 11 espacios la vida, la obra y las relaciones sociales y profesionales de esta histórica pareja.

La muestra nace porque el archivo de Federico Correa y Alfonso Milá se ha cedido al Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

La exposición alberga una gran cronología con 600 expedientes, entre planos, fotografías, perspectivas o piezas de su mobiliario.

Ambos arquitectos firmaron, por si fuera poco, tiendas, discotecas y varios de los proyectos arquitectónicos más importantes en la Barcelona de finales del siglo XX.

Como la Torre Atalaya, el Edificio Monitor, el Anillo Olímpico o la remodelación de la mismísima Plaza Real.

Hablar de Federico Correa y Alfonso Mila es para mí hablar de mi manera de entender la arquitectura.

Esta me la trasmitió una buena alumna suya,la arquitecta Beth Galí amiga de los Grandes Maestros y autora del libro Federico Correa y Alfonso Mila.

Junto con Beth Galí recorrimos las salas de la exposición.

Ver los dibujos de proyectos que tanto admiro como el restaurante Il Gardinetto me emocionó.

Permitirme explicaros la arquitectura de interiores de Federico y Alfonso a través de la descripción de este proyecto.

Il Giardinetto nació en la década de los 70,justo cuando yo nací, de la mano del fotógrafo Leopoldo

Pomés, Os acordáis de las burbujas

Freixenet, pues Leopoldo fue el fotógrafo que las inventó además de ser premio nacional de fotografía. Después del éxito de la tortillería

Flash Flash, se embarcó en la aventura de crear un restaurante italiano y una vez más, encargó el proyecto a los arquitectos Alfonso

Milá y Federico Correa, que obtuvieron el Premio FAD de Interiorismo 1974.

Era local anodino en plata baja con varios pilares. Las preguntas que los de arquitectos se debieron cuestionar al ver el local debieron ser muchas. ¿cómo crear una atmósfera? ¿a qué idea nos acogemos para iniciar el proyecto?

La idea de crear un Jardín dio nombre al restaurante Italiano Il Gardinetto.

¿Pero como crear un jardín? La primera imagen que se nos puede venir a la cabeza es un local lleno de plantas y luces verdes con mesas de jardín, una imagen idílica.

Pero la recreación kitsch o Port Aventura tan empleada en vulgares restaurantes franquicia no fue la solución.

La arquitectura sé dé diferencia de la decoración porque trabaja desde una óptica arquitectónica, es decir buscamos crear un espacio es función del espacio y las necesidades a través de la coherencia global, de las formas, los materiales, la luz el color para sugerir una atmósfera.

Así los árboles serán los pilares. Se dibujaron unas líneas abstractas estilizadas de color marrón hasta desaparecer en una techo verdoso que se va desdibujando reproduciendo la silueta de las hojas de los castaños.

Una alfombra verde oscura recorre todo el local.

La escalera son plataformas que van escalando el espacio hasta llevarnos al segundo piso.

Las sillas de cestería, que ya diseñaron para otro proyecto, en el Gardinetto son protagonistas, aportando frescura y desenfado al proyecto del local.

La lámpara diseñada para la ocasión definirá una iluminación baja y tenue, creando una atmósfera muy intima.

La paleta de colores verdosos y marrones se complementa con los dorados de latón.

Todos los detalles se cuidan con dedicación formando parte de la idea generadora de una arquitectura exquisita.

La atmósfera que resulta es de una gran elegancia, y dota al local de algo tan importante como una personalidad propia.

Como os podéis imaginar es uno de mis lugares preferidos y una suerte poder disfrutar de un interiorismo creado en los años 70 que sigue a la altura de los grandes locales.

Porque, como ya os he señalado la belleza es lo que hace a los proyectos eternos aunque sean tan efímeros como el interior de un restaurante.