Hoy es Luna Llena

Podcast.

Editorial:

Hoy es luna llena, la luna llena de agosto. Un mes que es bendecido con dos lunas y con la llegada de una tripulación de humanos al cono sur en busca de agua.

Siento decir que creo que este hecho no es una bendición, me inclinaría más por decir que es un mal augurio.

Personalmente llego a este fin de mes estival con un resfriado importante que me obliga a estar confinado en casa, suspendiendo un viaje que tenía programado y observando cómo mis amigos disfrutan de un día de olas fantástico en la playa.

Y es que la lucha de la supervivencia por mitigar las altas temperaturas mediante aires acondicionados y ventiladores ha acabado conmigo.

Reflexiono y me reafirmo con que la prioridad más importante durante lo que me quede de vida es conservar mi salud, tanto física como mental, y rodearme de personas que me quieran y me aporten.

Una obviedad que no se cumple en el 80% de las personas con las que convivo. Porque por muy obvio que sea, encarna una gran dificultad.

Conservar la salud no es refugiarse. Al contrario, debes exponerte conquistando tus ilusiones y tus sueños, sabiendo en todo momento cuál es tu situación y tus capacidades que te permitan diseñar un camino de satisfacción y no de frustración.

Andaba yo con estos pensamientos tipo libro de autoayuda cuando me di cuenta de que o actuaba con determinación o el sueño por conquistar de mi padre se iba a quedar sin cumplir. Viajar a ver los animales.

Cuando decimos animales, uno piensa en gatos, perros, pajaritos, en pocas palabras, los que cohabitan con nosotros, pero cuando decimos «los animales», nos referimos al león, el elefante, la jirafa. Animales presentes en nuestras fábulas, en nuestro imaginario alimentado por infinidad de películas que los han humanizado y les han dado valores propios de dioses del Olimpo.

Este sueño, mi padre lo lleva formulando muchos años y no encontraba ni el apoyo de mi madre, que tiene otros sueños más cercanos, ni de sus amigos que por ley de vida ya no están en este mundo o nos están para irse a otros mundos tan lejanos como Namibia y Botswana.

Y es que la salud y la energía de mi padre a los 76 años son envidiables. Y sus sueños son más propios de juventud que de senectud.

Con el paso del tiempo y mis circunstancias, cada vez me veía como el designado a ser el punto de apoyo de mi padre para poder realizar su odisea.

Y no es que lo de viajar a países lejanos me disguste. Todo lo contrario. La dificultad radica en que teniendo mi padre y yo un carácter muy similar, nos separa un cuarto de siglo y una interpretación diferente de lo que sucede a nuestro alrededor, lo que muchas veces genera dificultades en nuestra relación. Nada diferente a lo que le pasó a Indiana Jones cuando tuvo que acompañar a su padre a buscar su sueño. Pero ni yo soy Indiana Jones (y a mis kilos me remito) ni mi padre es Sean Connery (aunque debo reconocer que sí tiene una retirada).

El amor mueve montañas y en este caso el que había de mover el culo era yo.

Así, como decíamos en mi época escolar, me tiré cuesta abajo, de cabeza y sin frenos, a convivir con mi padre durante 15 días, las 24 horas.

Eso sí, con todos los gastos pagados.

La generosidad es una virtud de mi padre que siempre ha sabido administrar muy bien.

Empecé a ser consciente de mi decisión el día en que la enfermera me pinchó la primera vacuna.

Hoy, casi un mes y medio después del viaje, solo puedo decir: «Gracias, Papá, por apoyarte en mí».

Justo al bajar del avión de vuelta de Sudáfrica, me golpeó un golpe de calor que me hizo volver a ser consciente del verano que nos esperaba.

Apliqué mis propios consejos de libro de autoayuda y desde el mes de marzo me puse a diseñar cómo iba a pasar las vacaciones de agosto, emigrando a otras tierras para no soportar el confinamiento en casa y con el aire a tope.

Un pensamiento inconcebible hace unos años, cuando recitábamos «Como en Mallorca en ningún lado».

Decidí poner rumbo de nuevo a las tierras Gallegas, donde me esperaban con los brazos abiertos mis amigos de Malpica. Y tras una semana fantástica de furgoneta, surf y amigos, me reuní con Uli, Ana y Cristian una vez más para profundizar más en esta tierra tan fantástica que es Galicia y que me ha acogido con tanto cariño.

Te animo a que entres en la luna y disfrutes por unos minutos acompañando a mi padre en su sueño hecho realidad y saborees la tierra Gallega con nosotros. Tienes todas las direcciones de restaurantes, lugares y hoteles en el Pocket.

Todo viaje tiene una cosa en común: la vuelta al punto de origen. En este caso, el Aeropuerto de Son Sant Joan. Una puerta por la que recibimos a todos los turistas por los que nos desvivimos para propiciarles una experiencia inolvidable en nuestra isla.

Pues la primera, la más importante, es la terminal de llegadas del aeropuerto. Da asco, vergüenza ajena y repulsión. Es peor que la de cualquier país tercermundista, acababa de despegar de uno de ellos, que de una primera potencia mundial del turismo.

Todas, y digo absolutamente todas, las paredes y columnas desde la rampa de descenso hasta la zona de recogida de equipajes y el recinto donde se sitúan las infinitas cintas sin fin, están forradas de publicidad sin ningún control. Publicidad agresiva y orientada a un turismo al que nos gustaría desterrar o a una marca de alquiler de coches que ha inundado todo con un agresivo icónico puño de boxeo y un color naranja butano. Solo salir de la terminal, la visión es caótica y llena de humos contaminantes de los taxis y autobuses que esperan con los tubos de escape orientados a la pasarela automática, que generalmente no funciona, o a la asquerosa marquesina de espera de taxi.

Si se te ocurre levantar la cabeza, unas pantallas gigantes recuerdan que has llegado a «la Isla Sixt, reserva de vehículos de alquiler de la humanidad».

Te ilustro esta crítica en esta luna, por si alguien es capaz de elevarla a algún responsable humano. Ya que seguro que si aplicamos la inteligencia artificial de la maquina consumista, nos contestará que el dividendo que proporciona la publicidad está por encima del derecho de los humanos a ser continuamente bombardeados por publicidad agresiva y mantener los espacios públicos de primera necesidad con el decoro que se merecen.

Espero que disfrutes de esta luna y que la luna llena nos ilumine a todos.