Hoy es Luna Llena

Vuelta a Galicia

Tengo la gran fortuna de contar con buenos amigos y compañeros de viaje que me permiten elegir el destino y planear la ruta, confiando plenamente en mí.

Este año les propuse recorrer Galicia y explorar más a fondo esta maravillosa tierra.

En marzo, reservé pequeños hostales bien ubicados para realizar un recorrido de sur a norte por Galicia.

Después de finalizar mis días junto a Toni y Jorge, me reuní con Uli, Ana y Cristian en Santiago.

Reservé una mesa en un restaurante que antes había sido una ferretería, y que me pareció un lugar simpático para el reencuentro.

Una de las muchas aficiones de Jorge es el café.

Yo desconocía que existen lugares donde se puede disfrutar de un café fantástico con una preparación cuidadosa. Son los cafés de especialidad o gourmet.

La experiencia y el sabor son completamente diferentes, así que después de comer nos dimos el gusto y luego fuimos a saludar al santo para tomar la foto de rigor.

Partimos hacia el sur, con rumbo a Pontevedra, más precisamente a la península de O Grove, cerca de la Playa de la Lanzada.

Nos volvimos a encontrar con el turismo masificado, pero tuvimos la suerte de que la zona en la que nos alojamos estaba bastante tranquila.

Elegí el hostal en el que nos hospedamos debido a las buenas críticas de su restaurante, que ofrece unas vistas espectaculares a la Ría de Aurosa.

No nos decepcionó, ya que comimos muy bien y fuimos atendidos de manera excelente.

Al día siguiente, propuse que visitáramos la zona, pasando por el complejo de la Isla de La Toja.

El tiempo parece detenerse y todo huele a naftalina, con una decoración que evoca la época de la » Collares».

Compramos algunos jabones para amigos y nos dirigimos a la Isla de Cortegada, un destino recomendado por una compañera de furgoneta de los días anteriores.

Pasamos por Villagarcía de Arosa y llegamos a Carril, famoso por sus berberechos.

Tuvimos la suerte de llegar durante la marea baja, lo que nos permitió presenciar la recolección de los moluscos y visitar la isla, que queda aislada durante la marea alta.

El paisaje es muy hermoso

Disfrutamos de una buena comida en el restaurante Casa Boveda, donde degustamos los famosos berberechos y un exquisito rape que se dejo comer.

Con el alma y el estómago satisfechos, nos dirigimos a Sanxenxo para explorar la localidad.

Ciudad costera que acoge al Hemerito está abarrotada de turistas y madrileños adinerados.

Nada que recordar.

A la mañana siguiente, partimos hacia nuestro segundo destino.

Tenía una pequeña sorpresa preparada para mis amigos.

Hacía un año que había ido con Toni Valera y decidí que regresaría.

La playa de Nemiña, un lugar imponente donde los campos verdes se funden con la inmensidad de la playa.

Nos hospedamos en los apartamentos O Saburil, que están en la misma playa.

El restaurante fue una grata sorpresa.

Tere nos hizo sentir como en casa y disfrutamos de todos los platos de la carta durante las cuatro noches que estuvimos allí.

Los berberechos quedarán en nuestra memoria por mucho tiempo.

Fueron días de relajación, paseos por la playa y pequeñas excursiones.

Las olas no nos acompañaron, pero como surfistas senior, ya no necesitamos estar en el agua constantemente y a veces preferimos una cerveza en el chiringuito.

Tuvimos la suerte de que Toni Varela compartiera una noche con nosotros y disfrutamos de su compañía. Grande Toni.

En nuestro camino hacia el tercer destino, pasamos por La Coruña.

Desafortunadamente, el calor hizo su aparición de nuevo.

Dejamos el coche cerca de la Plaza de Riazor y paseamos por los alrededores de la Plaza de Lugo.

Me di cuenta de que estaba en una zona donde la intervención urbanística había transformado drásticamente esta parte de la ciudad.

La Plaza de Lugo era un mercado de abastos que fue renovado con gran acierto para convertirse en el epicentro de una zona peatonal.

El urbanismo bien proyectado y ejecutado es la herramienta para devolver la ciudad a las personas.

Mientras observábamos las fantásticas fachadas de estilo modernista, nos topamos con un restaurante que llamó mi atención por su atmósfera que nos resguardaba del calor de la calle.

Reservamos una mesa y luego recorrí el casco antiguo con mis amigos.

Desafortunadamente, la experiencia fue negativa.

Recordaba una hermosa vista de una fachada marítima junto a un paseo.

Hoy en día, está abarrotado de turistas y restaurantes que invaden las calles.

Entre la multitud y las mesas llenas de personas comiendo en medio de la calle como si estuvieran en un lodazal, tuvimos que abrirnos paso.

Estuve a punto de colapsar.

Pobre casco antiguo de A Coruña.

Las ciudades y su patrimonio están siendo víctimas de hordas que, sin entender nada de lo que les rodea, invaden los centros como autómatas sin rumbo.

Les recomiendo el restaurante …, al que volvimos para alejarnos de la multitud.

Su carta es excelente y Martín, su propietario, nos habló de su experiencia empresarial, además de recomendarnos lugares para nuestro próximo destino: Cedeira.

Inicialmente, planeaba alojarnos en Patín, cuna del surf.

Sin embargo, la escasa oferta me llevó a considerar la población de Cedeira, donde se encuentra el Hotel Herbeira.

Fue una agradable sorpresa encontrar este establecimiento en la ladera de Cedeira con vistas a la ría.

Es un hotel regentado por una familia muy atenta, que entre todos gestionan el lugar.

Me recordó mucho a los hoteles de los años 60 y 70 en Mallorca, donde las familias llevaban el negocio y los huéspedes eran tratados como parte de la familia.

Disfrutamos mucho de nuestros tres últimos días en la zona.

Es un lugar de gran belleza paisajística donde cada uno pudo disfrutar a su manera. Cristian y yo pasamos dos días en la playa de Pantín surfeando.

Uli y Ana recorrieron la costa por los senderos que rodean la ría.

Pasamos la noche juntos cenando en las tabernas que Martin nos había recomendado.

La última noche, decidí celebrar mi cumpleaños invitando a mis compañeros a un restaurante más formal.

Tuve la suerte de encontrarme con el actor catalán Eduard Farello en la escuela de surf.

Éramos los «senior» en la escuela, rodeados de jóvenes y niñatos.

Es una persona fantástica que me recomendó el restaurante… Fue un acierto total.

Nos dirigimos a un pueblo en medio de los parajes de la Galicia rural.

El restaurante estaba vacío.

La noche no estuvo muy concurrida, lo que nos permitió que … nos atendiera de manera excepcional, recomendándonos platos exquisitos.

Recuerdo especialmente la ensalada de bogavante con la salsa de la abuela.

Increíble.

Poco a poco nos dimos cuenta de que estábamos en un lugar muy especial, donde se cuida el producto y se cocina con perfección por parte del marido…

Una pareja, sin hijos, cuyo proyecto de vida es la cocina auténtica, que pueden disfrutar gracias a los parajes que los rodean.

Este fue el broche de oro de unos días vividos en amistad, recorriendo los parajes de una tierra que nos acogió, huyendo de los calores excesivos del verano mallorquín al que inevitablemente volvería.